12 octubre 2010

No sabe bien todavía qué fue, qué pasó, o cómo se dieron las cosas. Fue todo tan rápido. Tan apurado. Tan inesperado. Tal vez la noche de calor que sorprendía a Buenos Aires en el pleno invierno de Julio. Quizás el clima festivo del casamiento en el que estaban. La forma en que la hacía sentir. La manera en la cual él la miraba. Las carcajadas que salían de ella cada vez que él decía algo gracioso e improvisado. Las miradas que ella tenia sobre él. El modo sutil de agarrarla fuerte de la cintura mientras se bailaban la vida, rodeados de un grupo de gente que, poco a poco, empezaban a tener valor en la vida de ella. 
Otra vez su modo de mirarla, la inquietaba, le encantaba, la volvía loca. No sabía bien qué era. Trataba de descifrar el momento del cambio. ¿Cuándo había sucedido? Ahora las manos de él en su cara la ponían nerviosa, jugando con su pelo, hablando de un perfume. Las manos de ella en su nuca y espalda. Esa noche pudieron ser miles de cosas pero ella sólo sabía que algo había cambiado. Un momento de inflexión. El punto en que él deja de ser quien le gusta para pasar a ser a quien ella quiere. A quien elige. Quien la hace sonreír.

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