06 octubre 2010


Miro los caballos y me entran ganas de correr. Veo la portada de aquel libro y recuerdo la forma en que tus dedos lo sujetaban y me entran ganas de correr. Siento que una gota helada llena de frío mi espalda y mis días y mis noches y mi vida y tu garganta y me entran ganas de correr. Leo que mañana volverán a arder las calles y los bosques y los besos que nos dimos y las manos que alguna vez me acariciaron como a un perro manso y fiel y me entran ganas de correr. Pienso en tu silueta y en tu nombre y en tu ropa y en tus ojos y en tu forma de silbar nuestras canciones y me entran tremendas ganas de correr.

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